domingo, 21 de agosto de 2011

Siempre fuí poniendo parches, dejando segundas partes hasta que me demostraste que no quiero olvidarte.


Hay dolores que quedan clavados como pequeñas astillas de madera. La carne o la piel la van recubriendo y la tapan, la envuelven, pero la astilla sigue estando ahí y pasará a formar parte de ti. Hay dolores que con el tiempo se adhieren a ti, y se convierten en una parte más de tu ser. Aunque creas que has olvidado, que ya no está, te engañas. Simplemente te has acostumbrado a vivir con el dolor. Cuando dicen que el tiempo lo cura todo, lo que en verdad quieren decir es que el tiempo nos ayuda a continuar a pesar de todo. Habrá momentos en los que esa astilla, supuestamente olvidada, vuelva a doler pretendiendo ser expulsada; habrá momentos en los que se acople perfectamente a ti pasando desapercibida.
Hay heridas que nunca cicatrizan, dolores que no se olvidan, capítulos que carecen de final. Eres una astilla que no quiero sacar, y si el dolor me permite recordar, yo jamás te olvido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario